domingo, 28 de febrero de 2010

El amor, la química, física y razón


¿Estar enamorados puede distorsionar la realidad? Esto podria deberse a la situación emocional la traducción bioquímica del cerebro... Muchos científicos lo comparan con trastornos emocionales compulsivos.

¿Es enamorarse una enfermedad? Para muchos psicólogos si, cuando la persona objeto del amor se convierte en una obsesión, se transforma su imagen real y tras ello se pueden hacer las locuras más grandes e irracionales.

La química del amor se refiere a un conjunto de reacciones emocionales en donde hay descargas neuronales (electricidad)) y hormonales (sustancias químicas como dopamina y norepinefrina y bajos niveles de serotonina) además de ácidos, gases y olores। Todo ellos se mezclan creando una revolución interna que convierte lo lógico en ilógico, la prudencia en torpeza y la serenidad en nerviosismo। Son reacciones que explican buena parte de los signos del enamora.

Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida....

Cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición। A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas)

Sus efectos se hacen notar al instante:


  • El corazón late más deprisa (130 pulsaciones por minuto)
  • La presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube.
  • Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular.
  • Se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea.

Muchos científicos comparan el estado de enamoramiento al cuadro psiquiátrico que se llama desorden obsesivo compulsivo (DOC) los cambios bioquímicos cerebrales de esta enfermedad son muy similares a los experimentados durante el enamoramiento.

Según Donatella Marazzitti, psiquíatra de la universidad de Pisa, Italia la serotonina, un neurotransmisor que ejerce una acción tranquilizante en el cerebro, podría estar alterada. Los niveles bajos de serotonina podrían estar ligados a estados de agresión, depresión y ansiedad.

En estudios se ha comprobado que en los pacientes con DOC los niveles de serotonina en las plaquetas están inusualmente bajos। Lo realmente llamativo es que también se encontraron muy bajos en los enamorados en estudios realizados por muestras de sangre de estos “Romeos y Julietas” confirmaron que durante el periodo de enamoramiento las serotonina en las plaquetas son realmente muy bajas.

Los hombres, son los que parecen ser más susceptibles a la acción de las sustancias asociadas al amor। Ellos se enamoran más rápida y fácilmente que las mujeres (debe ser en otro planeta que se realizo este estudio).

El verdadero enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro la FENILETILAMINA, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas que tiene la capacidad de aumentar la energía física।.

El cerebro responde a tal compuesto con la secreción de dopamina (inhibe el apetito), norepinefrina y oxitocina, provocando que los enamorados puedan permanecer horas conquetéandose o conversando sin sensación alguna de cansancio o sueño.

Estos compuestos ayudan a forjar lazos permanentes entre la pareja tras la primera oleada de emoción y por si fuera poco hasta fortalecen el sistema inmunológico। En caso contrario, a las personas que tienen menos receptores cerebrales de los que se necesitan para recibir la oxitocina, se les dificulta establecer lazos permanentes con su pareja.

El período de enamoramiento no es eterno, perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae। Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos de estas sustancias.

Es entonces cuando comienza una segunda fase donde están presentes otros tipos de sustancias químicas como las endorfinas de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos; los que confieren la sensación común de seguridad, comodidad y paz, dando lugar a la etapa del apego.

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